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La danza como modo de existencia

Cibele Ribeiro  (cibeleribb@gmail.com)

Traducido por Valentina Sanchez

 

Resumen:

El presente artículo reflexiona acerca de un proceso de preparación corporal por medio de la improvisación en danza y de los enfoques somáticos. Se justifica por el deseo de que el artista escénico disfrute de los conocimientos traídos desdela práctica de la danza y se perciba sujeto creador de la propia formación artística, y podamos así contribuir con perspectivas artístico-pedagógicas del cuerpo escénico, de la escena y de los procesos creativos en las artes escénicas.

 

Palabras clave: 

Preparación corporal; improvisación en danza; composición instantánea; educación somática; danza contemporánea.

Acoger. Recoger. Cobijar en el regazo. Fecundar. Existir.

La danza como necesidad de movimiento surge de los miedos, de las alegrías, de estancamientos y de cambios, de las investigaciones de los movimientos generados por la relación del espacio interior con el espacio exterior. La coreografía es el diseño que la danza imprime en el espacio. En la danza, así como en la vida, vivimos transformaciones todo el tiempo.Nos metamorfoseamos. Es nuestra savia, la materia prima para los pigmentos de los diversos colores de esas tintas corporales.

La experiencia del movimiento y su ejercicio abren espacios internos que albergan otras partes de sí mismo. Tales espacios pueden ser considerados solamente metáforas pero encuentran correspondencia en el cuerpo: en los espacios articulares, en la flexibilidad muscular, en el relajamiento de las fascias, en la reorganización de los líquidos celulares. En todos estos ejemplos, entre otros, es posible acceder, reorganizar y expandir importantes flujos de energía vital que permiten que el cuerpo reflexione con profundidad e intensidad en la creación y proposición de movimientos. “Es preciso dar espacio [en el cuerpo] para que surjan cosas nuevas”, ya dijo el bailarín y educador brasileño Klauss Vianna.

De entre las muchas funciones de la piel, nos interesa, en la danza, las señaladas por los receptores sensoriales y localización del tacto, la organización y procesamiento de la información, la mediación de sensaciones y de barrera entre organismo y ambiente externo. La piel interconecta el dentro y el fuera del cuerpo con su tejido poroso. Traspasa las informaciones, sirve de medio comunicante. Su origen embrionario es el mismo que el de nuestro sistema nervioso: cerebro y médula. Es difícil no acordarse aquí del verso de Paul Valéry: “Lo más profundo es la piel”.

La filósofa Marilena Chauí observa que conocer y sentir son procesos de salir de sí, entrar en el mundo y volver a sí, lo que la autora denomina reflexión corporal. Son iniciaciones que hacemos en los misterios del mundo. Consideramos que, en la propuesta de danza aquí discutida, el aprendizaje del cuerpo, el descubrimiento,el conocimiento y la creación de sí, son consecuencia de las vivencias de la preparación corporal, de las experiencias ofrecidas por el abordaje somático, así como por las posibilidades de expresión a través de las improvisaciones, de las conversaciones y compartiendo reflexiones intelectuales, corporales y del danzar.

Descubrimos en el cuerpo una frontera permeable entre el ser y el restituirse, el devenir.  Percibimos el cuerpo maleable como la arcilla, susceptible a las interferencias: desde el toque de las manos, recuerdos, imágenes, hasta sugerencias de una palabra o una frase suelta en el aire pueden alterar el patrón corporal, transfigurar el cuerpo. Paseando por posibilidades de integración del movimiento que nos permiten aprender, desaprender y re aprender, en un ciclo de acontecimientos dentro y fuera de sí que se propone coger, acoger e recoger las vivencias como alimento para la transformación.

El cuerpo según los planteamientos somáticos no es el cuerpo objeto resultante de un proceso educativo que tradicionalmente tiene priorizado el lenguaje hablado y escrito y los procesos prioritariamente intelectuales de conocimiento. Es un cuerpo inserto en otro paradigma epistemológico atravesado por procesos no solo biológicos, sino también sociales, psicológicos, filosóficos y afectivos, que incluyen al sujeto como participante consciente y activo sobre los acontecimientos y el medio ambiente y que, por lo tanto, consigue proponer y concretar posibilidades de transformación corporal – aunque no omnipotente.

En la danza, la experiencia del movimiento y su ejercicio favorecen el surgimiento y la amplitud de habilidades que hacen posible la búsqueda de movimientos todavía desconocidos y actúan en la expansión de los repertorios personales de movimiento. Pero no es sólo eso. Tales aumentos abren espacios internos que albergan otras partes de sí mismos. Al permitirnos la investigación de movernos, pasamos por cierto olvido de nosotros mismos como identidad circunscrita e inmutable. Esto proporciona una flexibilidad en las fronteras necesarias del ser, una vez que la transformación del movimiento permite cierta pérdida de sí mismo para encontrar otra posibilidad de convertirse en sí.

Tal como Shiva, el dios hindú que al danzar destruye para transformar y reconstruir,las investigaciones del cuerpo y del movimiento así como la improvisación en danza afectan la subjetividad de aquel que danza. Es en el espacio entre el descubrimiento, conocimiento y dominio del movimiento, las reflexiones corporales y la creación de sí mismo que surge la forma del movimiento, y no al contrario. “Es una inversión que cambia toda la estética, toda la razón del movimiento. La técnica de danza tiene apenas una finalidad: preparar el cuerpo para responder a las exigencias del espíritu artístico", relata KlaussVianna.

Por lo tanto, es necesario reconocer en sí la sabiduría corporal como algo inherente y predisponerse a redescubrirla y reinventarla. Valorizar lo no-dicho y las sensaciones corporales, y no sólo las certezas, sino también las dudas del movimiento – así como las certezas y dudas estéticas. Ampliar la percepción de sí y del otro y del espacio y hacerlo en un tiempo a temporal - aquel que permite que nos demoremos en las sensaciones sin palabras, en la experiencia del movimiento, buscando vivir la intensidad de cada acontecimiento. Tales requisitos parecen desafiar el “espíritu del tiempo” con una propuesta de lentitud para el tiempo de la delicadeza y de lo artesanal.

Recordamos aquía Jorge Larrosa, para quien la “experiencia es aquello que nos pasa, lo que nos sucede, lo que nos toca.” Según el autor, “cada día ocurren muchas cosas, sin embargo, al mismo tiempo, casi nada nos sucede”, puesto que la experiencia tiene muchos antagonistas: el exceso de información, la obsesión por la opinión, la falta de tiempo, la alta velocidad de los acontecimientos, la falta de silencio, la falta de memoria y el exceso de trabajo.

Así, como el conocimiento lógico-conceptual ha sido históricamente valorizado en detrimento del conocimiento sensible, el utilitarismo de las formas de vida y su tiempo linear, urgente y vertiginoso tornan tales expresiones y experiencias en posibilidades remotas. Vivimos en una época en la cual la importancia de la educación sensorial para una cultura de paz nunca fue necesaria y al mismo tiempo nos parece muy lejos de concretizarse.

En Brasil, entramos en una era en la cual la diversidad de subjetividades y de seres es tomada de golpe, así como los poderes políticos instituidos. Ser mujer, ser negro, ser indio, ser artista, ser progresista, defender los derechos humanos se tornó peligroso. Pero, “vivir es peligroso” nos avisa Guimarães Rosa. El país en el cual nací y donde vivo el fuego quema tal como en un incendio, todo se derrite y se remodela. Nadie queda ileso. Nada queda intacto. Es preciso construir y reconstruir espacio-tiempo de experiencia. Organizar modos de existencia. Y de resistencia. Descubrirse. Reinventarse. En ese fuego una amalgama en mí me acoge. Soy materia fluida de ámbar.

 

 

 

 

 

 

Bibliografía:

 

CHAUÍ, M. Obra de arte e filosofia. In: Experiência do pensamento: ensaios sobre obra de Merleau-Ponty. Editora Martins Fontes, 2002.

LARROSA, J. Notas sobre a experiência e o saber de experiência. Tradução João Wanderley Geraldi. Revista Brasileira de Educação no. 19. Jan/Fev/Mar/Abr 2002.

GUIMARAES ROSA, J. Grande Sertão: veredas. Editora Nova Fronteira. 1987.

VALÈRY in DELEUZE O que é filosofia? Editora 34, 1992.

VIANNA, K. A dança. Editora Siciliano, 1990.

 

 

Cibele Ribeiro es brasileña, nacida en Campinas, al interior de São Paulo. Bachiller en Ciencias Sociales por la UNICAMP y Master en Artes Escénicas por la UFRN. Es artista de danza, preparadora corporal, directora artística, arte educadora y pesquisadora. En constante especialización en temas tales como Improvisación en Danza, Educación Somática y más recientemente, comenzó formación profesional en Yoga. Dicta clases de Danza Contemporánea, Composición en Danza e Improvisación. Se desenvuelve también como gestora cultural en la proposición, coordinación y evaluación de proyectos de formación en Arte y Cultura.

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